Article publicat al Diario de Teruel d’avui:
“José Miguel Gràcia*
Si el que crea puestos de trabajo es el empresario, digámoslo con mayor propiedad, las empresas, cuando en el país hay más de cuatro millones de parados, supongo que habrán sido las empresas las que lo han destruido. Así, las cosas cuadran. Las causas o motivos las podemos estudiar a partir de esta constatación. Es un desatino imputar a la rigidez laboral la destrucción de empleo porque no existe tal rigidez con un treinta por ciento de contratos temporales, si no más bien todo lo contrario, habría que hablar de gran flexibilidad, una de las más grandes de Europa.
Poco se dice de lo que han colaborado a la destrucción de empleo los empresarios que vendieron su empresa a una multinacional, y ésta la convirtió en una fábrica de productos obsoletos o de poco valor añadido, y además se llevó los dividendos.
Si que es cierto que la baja productividad de las empresas las hace muy vulnerables, y a medio o largo plazo las empuja a su desaparición, pero, ¿quién es el responsable de la baja productividad? ¿Los trabajadores o la falta de inversión y de ideas del empresario?
¡Cuanto empleo no se habrá destruido por el cierre de innumerables empresas del sector de la construcción o sus proveedoras, cuyos propietarios no sabían hacer, es un decir, la o con un canuto, y que funcionaban a base de créditos concedidos por la incompetencia o irresponsabilidad de las entidades bancarias y animados todos por los bajos intereses!
Estoy harto de escuchar que hacen falta reformas estructurales en nuestra economía
para resolver el problema del paro. No logro escuchar la concreción de las mismas, es más, observo que quienes las proclaman no saben lo que significa reforma y menos aún lo que significa la palabra estructural. Nunca una reforma estructural tendrá efectos a corto plazo. Siendo generoso, puedo interpretar que quieren referirse a medidas coyunturales, las cuales, sin su concreción no son nada tampoco.
Se exige al Gobierno que tome medidas para salir urgentemente de la crisis, como si este gobierno y los otros, fueran omnipotentes. Basta y sobra con que las medidas que tomen sirvan para paliar en lo posible la situación de los más desfavorecidos (parados y ciudadanos con menos recursos), para frenar coyunturalmente el incremento del paro, o para generar una cierta confianza entre los ciudadanos. Las grandes peticiones o las grandes soluciones solo son producto de la demagogia, de los intereses políticos o del desconocimiento de la realidad económica.
En chino la palabra crisis equivale a oportunidad. Esta equivalencia me sirve muy mucho para afirmar que para salir de la crisis hacen falta nuevas ideas de nuevos o buenos empresarios. Convirtamos la crisis en oportunidad. Frente a las tradicionales recetas de las patronales, para que las cosas sigan igual, son necesarias nuevas concepciones de la productividad, nuevos productos derivados de las nuevas tecnologías, de mayor valor añadido y dentro de una economía sostenible. El conocimiento y buenas dosis de intuición, el trabajo y el riesgo han de ser los motores de una buena empresa, grande o pequeña.
Pero tal vez lo más importante para empezar a salir de la crisis es la sensación de confianza en ella misma que ha de experimentar la sociedad. No negaré que el Gobierno ha de procurar por todos los medios colaborar en la expansión de dicha sensación, pero de nada sirven sus esfuerzos si no van acompañados por los del resto de la sociedad: partidos de la oposición, medios de comunicación, empresas, bancos y de casi toda la sociedad.
Una de las peores convicciones es el pensar que el Gobierno lo ha de solucionar todo. Una cosa es que el papá Estado sea el garante del bienestar y de la justicia social, y otra muy diferente que sea el responsable de todo: pura concepción totalitaria.
La crisis la pagaremos entre todos, unos más y otros menos, de la misma forma que en la salida de la crisis deberemos estar la mayoría, unos menos y otros más.
*Economista”
pdf: hacen falta ideas i confianza
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