La “revolución” empresarial

(Publicat avui al Diario de Teruel)

“José Miguel Gràcia*

El pasado 29 de marzo, Joan Rosell, líder de la CEOE, comentó en Zaragoza que habría que hacer una “revolución” laboral para detener la sangría del desempleo ya que “no hemos acertado en la reforma laboral, porque se sigue destruyendo empleo”, dijo textualmente. No sé muy bien que quiso indicar con la palabra “revolución”. Supongo que quería referirse a la implantación de la plena flexibilidad laboral —tomar y despedir empleados con toda libertad— y dejar en calzoncillos a la negociación colectiva. En todo caso no es cierto que el mercado laboral español sea realmente más rígido que el de otros países europeos. Por supuesto que coincido con el señor Rosell cuando critica el abultado absentismo español  —en estos momentos menos —, no obstante, alguna culpa tendrán los empresarios por la falta de control desde los servicios de personal de las empresas. Apliquemos el sentido común al asunto: ¿si las reformas laborales realizadas no han surtido efecto, por qué hacer más de lo mismo? ¿No será más inteligente y más práctico pensar en nuevas políticas y nuevas actitudes que puedan aligerar la insoportable cifra del desempleo?

Analicemos una vez más las teorías de la flexibilidad laboral que propone el ultraliberalismo imperante, que no es otra cosa que la libertad de despido y la disminución de las percepciones laborables. Aplicando esas políticas en una empresa determinada tal vez mejoraría su cuenta explotación. Si se aplicase a muchas empresas o al conjunto de empresas del país, aparentemente mejorarían las cuentas de explotación de todas, pero habría disminuido el poder adquisitivo de todos los asalariados. ¿Con qué dinero se comprarían los productos y servicios de las empresas? ¿Cómo podrían crecer las empresas? Aunque parezca simplista la conclusión, les diré que lo bueno para una empresa es malo para el resto. O dicho de otra forma: lo instantáneamente bueno para todas las empresas es peor también para todas a muy corto plazo. Si a esto añadimos los recortes en cadena del sector público, todo el mundo puede entender que la espiral decreciente hacia el centro que estamos siguiendo no va a detenerse.

Sin incremento del poder de compra o capacidad de ahorro de los ciudadanos no puede haber crecimiento sostenido, y menos aún disminución del paro. Ya sé que me dirán que para la solución de este dilema están las exportaciones, lo cual no deja de ser verdad, pero en la lucha por la exportación concurren todos los países. Una parte de los  ganadores serán aquellos que coloquen sus productos a más bajo coste. Poco podrá hacer al respecto Europa frente a China, India, Brasil, Corea y otros países…La otra parte ganadora será la que ofrezca productos de más calidad, de mejor diseño, más atractivos, más originales, de más valor añadido, etc. En este caso no serán las reformas laborales sus motores, sino las nuevas ideas de las empresas o de los empresarios. Aquí si que sería exacto aplicar el término de “revolución” permanente de las ideas o “revolución” de la creatividad y de la cultura empresarial.

Un buen empresario es una persona que no basa su negocio fundamentalmente en la mano de obra barata, ni en las subvenciones, ni en el capital ajeno. En todo caso, todo esto es circunstancial. Lo más importante es la confianza en si mismo y en su proyecto de negocio. Si añadimos a ello la capacidad de trabajo, la aceptación del riesgo y el funcionamiento de su negocio a base de una gran parte de capital propio, tendremos unos muy buenos ingredientes para el triunfo. La abundancia de negocios fáciles, de beneficios puramente especulativos, sin creación real de riqueza, de mano de obra barata y poco especializada conduce a la economía de un país hacia una crisis segura a poco que se produzcan unos pocos acontecimientos internacionales desfavorables. Para qué mejor ejemplo que el de la burbuja inmobiliaria.

No quisiera dejarme en el tintero el tema de la productividad. Generalmente se admite que ésta es consecuencia única de la mano de obra, incluso más, de la mano de obra barata. Claro que tienen influencia en un negocio o empresa los costes laborales, pero lo tienen tanto o más otros factores: un favorable ratio de capitales propios, unos productos diferenciados e innovadores, un racional proceso de producción, una buena estrategia de distribución, la inversión adecuada, una dirección competente, una comercialización y logística adecuadas, la autonomía para tomas decisiones, una política motivadora del personal más allá de las retribuciones, y tantos y tantos otros…

Dejémonos de tantas “revoluciones” laborales y apliquémonos más en las “revoluciones” empresariales, si queremos dejar atrás la crisis.

*Economista”

pdf de l’article

 

 

 

Deixa un comentari

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

Esteu comentant fent servir el compte WordPress.com. Log Out /  Canvia )

Twitter picture

Esteu comentant fent servir el compte Twitter. Log Out /  Canvia )

Facebook photo

Esteu comentant fent servir el compte Facebook. Log Out /  Canvia )

S'està connectant a %s

A %d bloguers els agrada això: